domingo, 18 de marzo de 2012

COMENTARIOS POÉTICOS


No intentemos el amor nunca
Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
Quiso vivir hacia lo lejos,
Donde supiera alguien de su color amargo.
Con una voz insomne decía cosas vagas,
Barcos entrelazados dulcemente
En un fondo de noche,
O cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
Viajando hacia nada.
Cantaba tempestades, estruendos desbocados
Bajo cielos con sombra,
Como la sombra misma,
Como la sombra siempre
Rencorosa de pájaros estrellas.
Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
Alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
Cielo Sereno, Colorado, Glaciar del Infierno,
Todas puras de nieve o de astros caídos
En sus manos de tierra.
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
Con sonrisa de antaño,
Ignorado de todos.
Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
Adonde nadie
Sabe nada de nadie.
Adonde acaba el mundo.

Este poema de Cernuda corresponde a La realidad y el deseo, que es la reunión de su obra completa anterior a 1936. En esta etapa inicial, Cernuda habla del deseo, que nunca llega a ser saciado, siempre se está insatisfecho porque no poseemos todo lo que queremos. La realidad es una prisión de la que no puede huír para realizar las aspiraciones ideales que no puede eliminar, y que le parecen como los últimos ecos de un paraíso perdido.

El tema de este poema, No intentemos el amor nunca, trata de un amor imposible, que nadie comprende, un amor especial, que parece que solo siente el poeta. Muestra un sentimiento de incertidumbre, de soledad, y de querer alejarse de ese mundo en busca de otro que entienda su amor.

El poema se compone de 27 versos, intercalando algunos de arte mayor y otros de arte menor. La rima es asonante, salvo en el segundo y quinto verso, que riman olas y vagas. Hay algunos versos de arte mayor que están divididos en dos hemistiquios, y que así le dan ritmo al poema. Ejemplos de estos hemistiquios son: “Aquella noche/ el mar no tuvo sueño; O cuerpos siempre pálidos,/ con su traje de olvido; Y con sueño de nuevo/ se volvió lentamente.”

En cuanto a los recursos literarios que emplea el poeta, podemos apreciar varias personificaciones como: “Cantaba tempestades”. Realiza también una repetición del verso: “Como la sombra misma,/ Como la sombra siempre.”

En los primeros versos, percibimos una sensación de pesimismo, de cansancio y de incomprensión, de manera que el personaje quiere dirigirse hacia otro lugar donde los demás lo entiendan. Luego, sigue realizando una metáfora con el mar en la que dice que no viaja a ningún sitio, se siente perdido y sin consolación.

El protagonista se ve animado por esa paradoja del amor que más tarde se formulará como una libertad que solamente se comprende estando enamorado. Así, en este poema, el mar, icono de la libertad romántica, se transforma en una proyección de la voz del poeta nocturno, rebelde. Es la soledad, en efecto, el trágico estigma del hombre que deja atrás su inocencia, aquel sueño de un inventado paraíso. Soledad que se acabará convirtiendo en compañera, aunque ahora el poeta busque con desesperación la comunicación, el calor, el cobijo de un cuerpo humano…en un mundo extraño que le castiga dándole la espalda, y cuya visión poética continúa vertiéndose en gélidas imágenes de desamparo. En su vagabundeo nocturno, sin embargo, halla seres igualmente derrotados y se identifica con su vencimiento: son esos mendigos que retrata con imágenes magníficas en “Linterna roja”, los “reyes sin corona” que, como él, “buscaron deseos terminados en nubes”, pero finalmente su soledad inmensa, desbordada de deseos le devolverá al llanto. De esta manera, el poeta queda representado como una figura en pose claramente romántica. 

A todo ello hay que añadir la aparición de una simbología que va cobrando una muy definida caracterización erótica, donde se asienta la afirmación de una clara definición homosexual, pero a caballo todavía entre la idealización de la pureza y el terrible azote de la pasión y la carne.

En cuanto a las figuras literarias que emplea el poeta, podemos apreciar varias personificaciones como: Cantaba tempestades. Realiza también una repetición del verso: “Como la sombra misma,/ Como la sombra siempre”.
                                                         Libro de poesía al que pertenece
                                                        este poema: No intentemos el amor
                                                        nunca.








Yo fui
Yo fui.
Columna ardiente, luna de primavera,
Mar dorado, ojos grandes.
Busqué lo que pensaba;
Pensé, como al amanecer en sueño lánguido,
Lo que pinta el deseo en días adolescentes.
Canté, subí,
Fui luz un día
Arrastrado en la llama.
Como un golpe de viento
Que deshace la sombra,
Caí en lo negro,
En el mundo insaciable.
He sido.

Este poema está integrado en el libro Donde habite el olvido (1932-1933) de Luis Cernuda, que se ve influido por varios poetas románticos ingleses. Se siente identificado con ellos, con su verdad, y así, Cernuda intenta ser él mismo.

El tema del poema es el añoro de la adolescencia inocente, en la que es más importante el deseo que cualquier otra cosa. Cernuda quiere recordar esa época en la que era libre y feliz. El poeta no es el único implicado en el poema, ya que este piensa que este mal, no solo lo sufre él, sino todas las personas.
Es un poema breve, ya que se compone de catorce versos, siendo todos cortos de arte menor salvo el primero, cuarto y quinto. Por otro lado, la rima es asonante, con algunos versos libres. Se trata claramente de una estructura circular, ya que el primer y último verso son el mismo verbo. Son dos formas verbales muy próximas pero con matices estilísticos y significativos notables. Conviene valorar detenidamente estas dos formas verbales: fui y he sido. Desde la gramática normativa "fui", pretérito imperfecto, sitúa la acción en un pasado alejado del presente que dependerá del tiempo evocado (hora, día, semana, mes...). "He sido", pretérito perfecto, señala una acción que hace de puente entre el pasado y el presente, o dicho de otro modo, es un pasado más reciente. Ése he sido significa un punto final del poema  que podría ser también algo equivalente a una fórmula oratoria: "He dicho" = "He sido", al acabar el poema o al leerlo el lector. La estructura métrica se distingue por cierta regularidad métrica que proviene de la distribución de las sílabas: lo que equivale al ritmo y a la musicalidad. La primera parte, con versos más largos llega hasta el verso seis, la segunda, de versos más cortos, llega hasta el final. Esta distribución métrica se corresponde con la del contenido. Dejando de lado el verso primero y el último la estructura de contenido podríamos dividirla en dos partes, que se corresponden con las dos palabras clave del texto -deseo (v. 6) y mundo (v. 13):
En la primera parte, se refleja  un deseo que parece imposible de realizar y que además se sitúa en el pasado. Emplea un léxico en el que aparece la claridad, la luminosidad: "Columna ardiente, / luna de primavera, /Mar dorado, ojos grandes". Estos calificativos, pueden hacer referencia a la pasión de vivir de los jóvenes en la adolescencia.

En la segunda parte relata su adolescencia llena de ilusiones que no se corresponden con la realidad llena de angustias, de problemas, propis más bien de un ser atormentado al que el mundo no puede saciar sino decepcionar. Antes de que empiece el poema el "yo fui" continúa todo lo que vendrá a decir después. Estas ideas esenciales de poemas están no solamente subrayadas por la estructura, por la métrica, o por la situación de las palabras claves en los poemas sino que tanto las imágenes como los términos que les dan cuerpo nos trazan los diferentes puntos de vista de Cernuda.

En conclusión, el poeta manifiesta un claro añoro de su adolescencia, época inconsciente y alocada, en la que los placeres no eran prohibidos. Todo eso lo contrasta con la madurez, más amarga, que le impide disfrutar de la vida.






                                                                Libro de poesía al que
                                                                 pertenece: Yo fui.






Un español habla de su tierra
Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo,
Los oteros, las vegas
En paz, a solas, lejos;
Los castillos, ermitas,
Cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo,
Ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.
Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena mis sueños.
Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?


Este poema de Cernuda pertenece al libro Las nubes (1937-1940) escrito durante su primer exilio británico, de ahí la influencia de poetas románticos y victorianos ingleses del siglo XIX, como Eliot, Wordsworth, Coleridge, Keats, etc. Esta influencia se hace notar en la adaptación del lenguaje poético al lenguaje coloquial. Utiliza el encabalgamiento, con el fin de atenuar el ritmo métrico y aproximarlo al ritmo de la frase. Se manifiesta también en una tendencia a ensanchar la base del poema dando cabida en él a nuevos materiales de experiencia y reflexión.

El tema del poema es que el poeta habla de su tierra perdida, con una pizca de rencor, pero también con un sentimiento profundo de añoranza de lo que ha perdido y sabe que no podrá volver a recuperar.

La estructura métrica del poema es de versos heptasílabos , casi todos con rima asonante. Hace un uso de la aliteración, en los primeros versos; “Las playas, para-meras” (repetición del sonido “a”), o bien; “Los oteros, las vegas” (repetición del sonido “s”). Los recursos morfosintácticos más  destacables  son: el uso de adjetivos epítetos, como “sol rubio” y también el hipérbaton continuo en la mayoría de los versos: “De todo me arrancaron”. Hace uso también de la pregunta retórica, en el último verso: “¿Qué ha de decir un muerto?”, además, realiza varias personificaciones como: “Al rubio sol durmiendo” o “Las playas, para-meras”. Emplea la paradoja, que une en un solo juicio ideas  contradictorias por su naturaleza, pero que no lo son desde un punto de vista en el que se considera: “Contigo solo estaba”.

El poema podríamos estructurarlo en tres partes: en la primera, (que abarcaría más o menos las dos primeras estrofas) el autor describe España, sus paisajes, sus lugares en un tono cariñoso y dulce. En la segunda parte, que abarca la tercera y la cuarta estrofa, habla de los caínes sempiternos (refiriéndose a los franquistas) que se lo han quitado todo y le han obligado a vivir en el exilio. También dice que creía en España, que confió en ella pero que ahora su nombre envenena sus sueños, que pensar en ella le hace daño. En la última parte,  (de la quinta estrofa a la séptima) se refleja la tristeza que el poeta siente al no poder estar en su tierra, y en los últimos cuatro versos (llenos de tristeza y dolor) se  resume la amargura de la ausencia y le reprocha a España sus perversidades.  En esta última estrofa dice que cuando España sea ya libre, y pueda pensar se acordará de él, pero él ya no podrá decir nada, porque estará muerto y callado.

En conclusión el poema describe la España perdida por el poeta e imposible de recuperar, esa España que algún día se acordará de él, pero ya será demasiado tarde.




                                                   Libro al que pertenece: Un español habla
                                                   de su tierra.




Pasatiempo
Tu tierra está perdida
Para ti, y hasta olvidas,
Por cerrada, la herida.
Tu trabajo, en secreto,
Con moneda de viento
Pagado por lo menos.
¿Qué hacer entonces, dices,
Cuando nada te asiste
Y el tiempo te desvive?
De algún azar espera
Que un cuerpo joven sea
Pretexto en tu existencia.
Acaso el amor puede
Tener aquellos seres
Que todo marco exceden.

Este poema pertenece al libro de Cernuda Vivir sin estar viviendo. El poeta reflexiona sobre el paso del tiempo, de que es irremediable que se nos escape. Esta obra se corresponde con sus últimos años en el exilio británico y los primeros en el norteamericano. Aquí detectamos fácilmente un descenso en su inspiración: el poeta, más que abrir nuevas rutas, apura posibilidades ya existentes.

El tema del poema es por un lado el recuerdo de la tierra nativa, el paso del tiempo, y el amor. Reflexiona sobre estos temas desde un punto de vista pasivo, sabiendo que ya no se puede hacer nada contra ellos.
La estructura del poema es de versos heptasílabos, alternando rima consonante y rima asonante. Podemos apreciar un claro encabalgamiento que rompe totalmente el ritmo del poema en el tercer verso: “Para ti, y hasta olvidas”. También aparece una pregunta retórica del verso séptimo al verso noveno: “¿Qué hacer entonces, dices,/ Cuando nada te asiste/ Y el tiempo te desvive?”/.

El poema lo podríamos dividir en tres partes: la primera, que correspondería a las dos primeras estrofas, en las que se refiere a España, diciendo que para él ya está perdida, que ya no puede hacer nada por volver, y que ya se ha cerrado esa herida del recuerdo de tu tierra. En la segunda estrofa, se refiere a que tiene que realizar su trabajo en secreto, es decir, que no puede publicar todo lo que a él le gustaría en España, y que aún por encima, está mal pagado.

En la segunda parte reflexiona sobre el paso del tiempo, habla de la impotencia que supone no poder hacer nada frente al paso del tiempo. Esto se ve relacionado con la tercera (que abarcaría las dos últimas estrofas) en las que se menciona que lo único que queda es esperar a que el amor llegue a tu vida, alguien que lo supere todo y que te haga feliz.


Niño tras un cristal.
Al caer la tarde, absorto
Tras el cristal, el niño mira
Llover. La luz que se ha encendido
En un farol contrasta
La lluvia blanca con el aire oscuro.
La habitación a solas
Le envuelve tibiamente,
Y el visillo, velando
Sobre el cristal, como una nube,
Le susurra lunar encantamiento.
El colegio se aleja. Es ahora
La tregua, con el libro
De historias y de estampas
Bajo la lámpara, la noche,
El sueño, las horas sin medida.
Vive en el seno de su fuerza tierna,
Todavía sin deseo, sin memoria,
El niño, y sin presagio
Que afuera el tiempo aguarda
Con la vida, al acecho.
En su sombra ya se forma la perla.

Este poema pertenece al libro Desolación de la Quimera, de Luis Cernuda. Los principales temas que destacan en este libro de poesía son: el envejecimiento del protagonista y el presentimiento de la muerte cercana; la obsesión por la leyenda que se había construido en España en torno a su persona hasta el punto de definirse como “español sin ganas”; y el injusto trato que el mundo dispensa al artista. Así, el autor va a proponer el arte como única tabla de salvación en el naufragio de la existencia, de forma que el artista será para él el nuevo redentor del mundo. El libro está repleto de referencias culturales e iconos artísticos (Mozart, Dostoievsky, Goethe, Keats, Galdós, Ticiano, Rimbaud, Verlaine…) hasta el punto de convertirse en modelo de referencia para la poesía culturalista o novísima de los años setenta.
El tema del poema es la descripción de la dulce y corta infancia de un niño inocente, pero que a su vez ya está empezando a abandonar esa etapa de niñez pasando a ser una persona más consciente de los problemas de la vida.
La estructura del poema es de cuatro estrofas con cinco versos cada una, de rima y número de sílabas libres. El último verso no forma parte de ninguna estrofa, funciona como una conclusión o idea principal del poema.
El poema podríamos dividirlo en dos partes: la primera abarcaría la primera, segunda y tercera estrofa. En esta parte describe el lugar dónde se encuentra el niño y lo que está haciendo. Se encuentra en su habitación, tranquilo, leyendo un libro de aventuras, y observando como llueve y poco a poco se va haciendo de noche. Puede ser posible, que el propio Cernuda, se identifique a sí mismo con este niño La segunda parte, sería la cuarta estrofa y el último verso final. Aquí, el poeta resalta el momento aún cándido de la infancia del niño, que está a punto de hacerse mayor. Está en la etapa en la que no siente ni anhelos ni envidias, dónde solo existen momentos de paz.
Las figuras literarias que observamos en el poema son: el hipérbaton, “Vive en el seno de su fuerza tierna,/Todavía sin deseo,/sin memoria ,/El niño”. Postposición del sujeto niño después de un sintagma verbal largo. Hay un deseo por parte del poeta de querer prolongar la infancia al resaltar primero características de ese momento. Además, percibimos un caso de paralelismo al tener la misma estructura en los versos décimo séptimo y décimo octavo: “sin deseo, sin memoria,/ sin presagio”. Se incide en la descripción de la etapa infantil con esas características. También existe una pequeña personificación cuando el poeta dice: “La habitación a solas/ Le envuelve tibiamente”. Se refiere al calor y a la comodidad que le ofrece la habitación al niño. En el octavo y noveno verso, se realiza un claro símil: “Y el visillo, velando/ Sobre el cristal, como una nube,”. La blancura y dibujos del visillo le parece al niño una nube. Emplea también la metonimia, cuando dice: “El colegio se aleja”. Se toma el nombre del colegio para referirse a todas las tareas, el trabajo del alumno por estar atento y rendir en el colegio…
Detectamos también un caso de enumeración en los versos décimo cuarto y décimo quinto: “la noche,/ El sueño, las horas sin medida.” Describe el tiempo que transcurre mientras los niños no se encuentran en el colegio, y contrasta la libertad de la que disponen cuando están en casa, a la dura disciplina del colegio, que en los tiempos de Franco era muy rígida.
Vemos también reflejadas varias metáforas a lo largo del poema, la primera es: “Y el visillo, velando /Sobre el cristal, como una nube, /Le susurra lunar encantamiento”. El visillo se mueve- el viento se cuela por la ventana- y ese sonido parece un susurro que le habla. Se resalta la soledad y debilidad del niño; pues le protege la habitación y le habla el visillo. Otra metáfora es la de: “Es ahora la tregua”. Hace referencia al descanso de acabar el colegio, la tregua de no tener que estudiar. En “el tiempo aguarda con la vida al acecho” también vemos que el autor se refiere a que es inevitable que la niñez se termine y que pronto se acabará esa feliz etapa. Sin duda, la metáfora más importante, es la del último verso: “En su sombra ya se forma la perla”. Se refleja que el carácter de ese niño ya se está formando y que esa soledad que ahora le caracteriza le acompañará siempre.

                                                       Libro al que pertenece: Niño tras un cristal.





No hay comentarios:

Publicar un comentario